Después del nacimiento de Jesús
Mil novecientos cincuenta y nueve años después
Manos de comadrona ayudaron a mi nacimiento
Un aposento humilde,
con catre de lona,
estera de venas de hojas de cambur, hecha por mi padre
Era una casa grande,
en un campo adornado de árboles y pájaros
Fui el primero en nacer,
de aquel parto sorpresivamente doble,
Sin medicos
sin ecosonográma
sin cesárea
Solo magia,
sabiduría que la comadrona del lugar
le robo a la naturaleza
Una madre estupenda
Un padre inigualable
Humilde, grande, sencilla,
la casa donde nací aquel día
no escogí nacer allí
no escogí nada
no tenía porque hacerlo
sencillamente nací allí,
en esa casa de campo, de recuerdos hermosos
Mi hermano, el que nació conmigo,
a los tres años falleció
no lo recuerdo, aunque jugué con él
Mas tarde
juegos de muchachos de campo
carritos, elaborados con tapas de potes de leche
clavados sobre un palo de escoba
trompos “made in casa”
metras, paraparas
No hubo papagayos,
jamás eleve un papagayo
Estupendos carritos elaborados con un carretel de hilo,
una liga y un trozo de vela
Luego...
mi padre prestó la sala de la casa para la escuela
No tenía que caminar para ir a la escuela
solo levantarme y dirigirme a la sala de mi casa
allí acudían todos los niños del caserío
Las voces de la maestra y los niños
retumbaban en las paredes de la sala de mi casa
Todavía, cuando visito la vieja casa del campo
donde nací algún día
me parece escuchar las voces de los niños
aprendiendo a leer
en el libro Vaquita, Abajo cadenas,
y en el libro mantilla
Mi vida siempre ha transcurrido
entre cosas sencillas
Tal vez por eso
mi padre me puso un solo nombre
Toribio... así de sencillo
Un poco más de cuatro décadas de vida
una esposa, dos hijos, una hija
mi vida
es eso lo que tengo
es eso lo que soy
7/8/07
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